El palacio de los Aguirre
Entre las calles de Santa María y la actual de Fray Zacarías Martínez, en lo más alto de la ciudad, el licenciado Hortuño Ibañez de Aguirre mandaba construir, hacia 1520, este edificio para destinarlo a convento de religiosas dominicas. Cuando se termina el edificio, en torno a 1522, el licenciado Aguirre decide convertirlo en residencia familiar.
En 1714, se concede a Mª Antonia de Salcedo el título de Marquesa de Montehermoso. De aquí arranca la nueva denominación del Palacio de Aguirre como Palacio de Montehermoso.
En 1862 es arrendado como Palacio Episcopal. Con el inicio de la guerra carlista en 1873, la autoridad decretaba la ocupación del palacio transformándose temporalmente en cuartel.
La rehabilitación del palacio de 1887
En 1887, el marqués del Amparo vendía el palacio al obispado. El obispado encarga la obra de restauración al arquitecto vitoriano Fausto Iñiguez de Betolaza. Esta rehabilitación del palacio fue profunda. El hecho más relevante es que cambia de lugar la fachada principal del edificio, trasladando el nuevo ingreso a la calle Fray Zacarías Martinez, entonces calle del Seminario.
El antiguo Depósito de Aguas
En el último tercio del siglo XIX, la necesidad de dotar a la ciudad de mayor cantidad de agua motivó una serie de actuaciones y medidas entre las cuales destaca la inauguración en 1885 del edificio Depósito de Aguas en el Campillo, frente al antiguo palacio de Montehermoso.
En 1986, 101 años después el antiguo depósito perdía su utilidad y se cerraba. Tras su primera rehabilitación, en 1991, abría sus puertas transformado en espacio expositivo.
Fuente: El palacio de Montehermoso. Francisca Vives, 2008